La compañía Morfeo Teatro lleva el próximo viernes 30 de octubre al escenario de Lonbo Aretoa el clásico “La escuela de los vicios” de Francisco de Quevedo. La obra, de 75 minutos de duración, dirigida por Francisco Negro e interpretada por Mayte Bona, el propio Negro y Felipe Santiago, se ofrecerá en castellano a partir de las 20:00 horas al precio de 9 euros la entrada.
El montaje está basado en las sátiras y discursos políticos del genio del Siglo de Oro. Un concentrado de la mejor irreverencia de Quevedo, escritos que en su momento lograron gran éxito, provocando diversas polémicas.
La obra, una ácida comedia con tintes sardónicos, presenta a un extravagante diablo, Cojuelo, esperando a dos necios a los que espera cautivar con su “escuela de los vicios”, la única en la que los alumnos cobran por aprender. Las titulaciones serán: bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar.
La sátira como arma de denuncia
Montaje basado en las sátiras y discursos políticos del genio del Siglo de Oro. Un concentrado de la mejor irreverencia de Quevedo, escritos que en su momento lograron gran éxito, provocando diversas polémicas, entre las que no faltaron acusaciones de obra subversiva.
La obra presenta a un extravagante diablo esperando a dos necios a los que espera cautivar con su «escuela de los vicios», la única en que los alumnos cobran por aprender. Las titulaciones serán: bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar. Los dos necios, tras una inicial reticencia al ver que es el diablo quien imparte las clases, se meten de lleno en el aprendizaje por el generoso acuerdo propuesto, consiguiendo excelentes resultados, y mucho más allá de sus expectativas, al ser nombrados Ministro y Magistrado respectivamente, aunque el diablo tiene una última y sorprendente enseñanza…
Un decorado contemporáneo, en contraste con un vestuario de época, presenta al diablo con un retablo de máscaras, sobre un suelo de charol negro proyectado al infinito por un gigantesco y viejo espejo de fondo. Para el final del espectáculo baja un gran telón que muestra a los grotescos personajes de las pinturas negras de Goya, fusionando los recién nombrados y conspicuos Ministro y Magistrado con la caricatura mordaz de la España de ese otro gran genio, y que sirve para resaltar la cáustica crítica de Quevedo a la corrupción de los gobernantes de su tiempo, y como no, como evidente reflejo de nuestra historia reciente.