El ciclista de Errenteria Otaño Luis Otaño ganó una etapa del Tour de Frencia hace 50 años. He aquí una crónica de aquel 6 de julio.
La etapa de 203 km. llegaba a Bourg d’Oissans, al pie del coloso Alpe d’Huez. Otaño comprueba el día lluvioso y prueba suerte. Tras él dos hombres sumamente peligrosos dadas sus dotes escaladoras y su buena situación en la general: Julio Jiménez y Galera.
Los tres colaboran e intentan sacar ventaja a un grupo del que se van marchando hacia delante importantes jefes de fila que no permiten al trío abrir un hueco definitivo. Luis sube como un especialista, baja como una bala y deja atrás a la pareja española. Vuelven a juntarse subiendo.
Bajando el puerto de Grimone cae el suicida renteriano; vuelve a empalmar, e imprimiendo un ritmo descomunal saca de rueda otra vez a sus acompañantes. Se va solo hacia la cima del último puerto, Ormon, a 13 km. de la cinta de llegada. Matxain le conoce bien y grita ordenándole que no arriesgue más de la cuenta en el descenso, que la ventaja es suficiente.
Y llega con 2’34 sobre el dúo de “grimpeurs”, que no han sido cazados por escasos segundos. Por detrás, Peru también se la había jugado bajando, incluso podía haber hecho doblete azul, cuando un pinchazo le apartó de la hazaña; Mendiburu le pasó la rueda pero había perdido un minuto de oro en la operación y ya no quedaba tiempo para remontar.
Otaño bajaba, subía, Otaño se comía el asfalto. El capitán, el veterano, el gran corredor que al servicio de otros grandes no ha podido lucirse en la mejor carrera del mundo, levantaba al fin el ramo de flores en el podio más codiciado con un maillot de casa, al que aquel día dio muchísimo más de lo que Fagor podía esperar de la primera participación. Era 6 de julio de 1966, día grande en Pamplona y en todos los corros ciclistas vascos.