La Asociación Pasaportes para Siria y la Diputación Foral han sumado fuerzas para traer a Gipuzkoa a Amal, una mujer siria de 26 años y sus cinco hijos que viven una situación de extrema vulnerabilidad por su doble condición de refugiados: huyen de la guerra, y de una situación de violencia machista.
La ONG y el ente foral han explicado las gestiones que vienen realizando con el Gobierno de Madrid y la secretaría general de Inmigración y Emigración para conseguir el visado humanitario para Amal y sus hijos, y han pedido hoy la colaboración de todos los guipuzcoanos y guipuzcoanas para que con su firma contribuyan a rescatarlos de la apremiante situación que viven.
Para ello, han puesto en marcha una recogida de firmas en la plataforma change.org con el lema #Amal Gipuzkoara, adhesiones que posteriormente presentarán a la secretaria de Inmigración y Emigración Marina del Corral, en cuyo poder obra ya el expediente de Amal y la solicitud de visado humanitario para ella y sus hijos. La Diputación se ha comprometido a acogerlos, habiendo previsto ya los recursos residenciales y asistenciales dentro de su dispositivo de atención a las personas refugiadas en situación de vulnerabilidad grave. Amal y sus hijos contarán, además, con el apoyo del equipo de la ONG para facilitar su integración en Gipuzkoa.
“Es fundamental darles una respuesta humanitaria. Lo único que falta para traerlos es la firma de la secretaria, y para ello pedimos a la sociedad de Gipuzkoa que nos ayude a generar una corriente de solidaridad apoyando esta petición de forma masiva”, han destacado hoy Nagore García de Vicuña y Sara Pineda, de Pasaportes para Siria, en la comparecencia ofrecida junto al diputado de Relaciones Externas Imanol Lasa.
Sara Pineda, la persona que conoció a Amal en el transcurso de un voluntariado en Grecia, y la que ha estado en contacto directo con ella desde entonces, ha expuesto su situación. Nacida en Alepo, fue “obligada a casarse” a los 13 años con un hombre diez años mayor que ella. “Su marido la maltrató desde el primer día, pero nunca dijo nada a su familia porque pensaba que esa situación de violencia continuada era ‘lo normal’. De las continuas violaciones nacieron los cinco hijos del matrimonio (actualmente tienen 10, 9, 8 y 3,5 años las gemelas), que también han sido víctimas de malos tratos por parte del padre”.
La familia regentaba un pequeño comercio de alimentación que les permitía llegar a fin de mes cómodamente en Alepo. Cuando comenzó la guerra, su casa fue destrozada en uno de los bombardeos y tuvieron que refugiarse en casa de otra familia. Con tres hijos y embarazada de gemelas, Amal se negaba a abandonar el país. “Sin embargo, cuando las pequeñas cumplieron un año, el marido decidió que lo intentarían porque la vida de los siete corría un gran peligro. Emprendieron un viaje a la incertidumbre que culminó el 29 de marzo en la isla griega de Chios, después de ser engañados varias veces por los traficantes y perder todos sus ahorros en el camino”, ha relatado.
Tras registrarse en Vial, el centro de detención de la isla, se ‘alojaron’ en una diminuta tienda de campaña en el campamento de Dipethe hasta mediados de julio. Tras recibir una paliza de su marido, Amal y los niños fueron enviados a Atenas por las ONG que trabajaban en la zona. No obstante, el marido logró salir de Chíos y les localizó en Atenas, donde volvió a agredirla brutalmente, de modo que tuvo que ser ingresada en un hospital. El hombre fue arrestado y posteriormente puesto en libertad. Amal y sus hijos han sido incluidos en un programa de protección del gobierno griego.
Están atendidos en un centro cuya ubicación es confidencial para que el marido no pueda localizarla, “pero en las últimas semanas éste ha acudido varias veces a las oficinas centrales preguntando por ella y los niños. Los niños mayores acuden cada mañana a un centro escolar situado en el exterior del recinto protegido, siendo éste otro eslabón débil en la seguridad de esta familia, pues el padre podría localizarles allí y presentarse en la puerta para llevárselos. Si por algún motivo el marido fuera deportado, la familia tendría, igualmente, que irse con él. Es por eso que urge muchísimo resolver esta situación cuanto antes, aprobando su traslado urgente a Gipuzkoa”.
Actualmente Amal –cuyo nombre es ficticio dada la situación de riesgo que vive- y los niños reciben atención médica -Amal es diabética–, y tienen cubiertas sus necesidades básicas (comida, ropa), pero no disponen de atención psicológica (reconocida como imprescindible en su situación) porque ninguno de los trabajadores sociales o psicólogos del centro habla árabe. Amal no habla inglés ni se puede manejar aún en griego: “Esta ayuda resultaría fundamental tanto para ella como para los niños, que aún no logran comprender qué está pasando”.
Imanol Lasa ha explicado las gestiones que viene realizando la Diputación, a través de su departamento de Relaciones Externas, desde que la ONG se pusiera en contacto con ellos en agosto de este año, para exponer el caso de Amal. Además de prever los recursos de acogida a través del departamento de Política Social, La Diputación ha mantenido una interlocución directa con el Gobierno Vasco y el de España, para que aborde este caso de “forma específica” y agilice las gestiones con el Gobierno de Grecia. Asimismo, Lasa y las representantes de la ONG se ha trasladado este domingo al país heleno para reunirse con Amal, con su abogada, apoyarla en el transcurso del juicio que mantiene por su maltrato, y “acelerar los trámites para que venga cuanto antes”.