La artista alavesa Irantzu Lekue ha cerrado el programa Olas de Energía de Donostia 2016 con una instalación gigante en Sagüés, compuesta por 10.000 botellas que guardan dentro de cada una, un mensaje en el que cada guipuzcoano que ha querido, ha plasmado su opinión sobre el año cultural.
“La persona, ser social por naturaleza con ansias de búsqueda, avanza o retrocede en el proceso de vida y muerte, dejando huella, creando conexiones con otras personas y generando nuevos caminos. Es por lo que, agrupando las 10.000 botellas en líneas curvas y orgánicas, como ríos vidriosos, se conforma el laberinto natural: la huella dactilar; el corazón de los dedos, destinados a palpar, percibir y sentir”, ha expuesto Lekue.
Lekue ha buscado aplicar el mito de Teseo y el minotauro a su instalación, el laberinto simboliza “la vida, la muerte y el renacer” y representa “el camino tortuoso, lleno de equivocaciones que hay que recorrer para encontrar el centro del yo y la sabiduría”. Asimismo, ha explicado que la huella dactilar es “la marca que dejamos con nuestra presencia, con el modo de ser, con las formas de hacer. Y es un proceso alargado en el tiempo; una voluntad de recorrer camino que marca la ruta, al igual que el hilo que utilizó Teseo para lograr encontrar al Minotauro”.
“Hemos llamado a participar a la ciudadanía de Euskal Herria, para que expresen sus sueños y reflexiones sobre la cultura y nos introduzcan en botellas”, ha explicado la artista, quien ha añadido que “cada botella contiene la esencia de cada persona, transformándose a su imagen”. La artista ha explicado que las botellas han pasado de “dar forma al vacío” a ser “un elemento portador de sueños, ilusiones, deseos, críticas, alabanzas o del propio vacío”. De esta manera, muestran “el interior de cada persona, su personalidad y creatividad”.
quince voluntarios ayudaron a la artista desde las 6.00 horas hasta las 24.00 horas, con el crepúsculo las 10.000 botellas se iluminaron y después desaparecieron con la media noche.