Se llamaba Nor, era un setter inglés de 10 meses que pasó la Nochevieja junto a otros dos perros en un refugio de la Asociación Protectora Ocho Vidas.
Ana González, su cuidadora, está segura que el perro sufrió una grave crisis de ansiedad por el ruido de los petardos que según los vecinos el pueblo en el que se encuentra en refugio, estuvieron estallando hasta las cuatro de la madrugada.
«Ayer por la tarde dejé a los tres perros que tenemos en una caseta, dentro de una parcela, donde duermen a diario, les di de comer y les dejé agua fresca»… «esta mañana, al ir a sacarlos estaba muerto Nor, el setter inglés de diez meses». Asegura que los otros dos perros estaban también muy nerviosos.
González ha recordado que los veterinarios, y las protectoras, advierten cada Navidad de que los petardos suponen, para los perros, lo equivalente a un ataque de ansiedad o de pánico para un humano, y que cada año hay alguna víctima.
Desde Ocho Vidas creen que «los ayuntamientos deberían recordar a los agentes de policía que vigilen los solares y otros lugares donde echan los petardos» y «hacer una ley de Protección Animal más ajustada a la realidad».