El premio nobel Andre Geim y su equipo de la Universidad de Manchester han desarrollado una membrana de grafeno de un átomo de espesor que es capaz de producir energía inagotable mediante la captación del hidrogeno que está en el aire que respiramos.
La pilas tal cual las conocemos en poco tiempo podrían dejar de existir para dejar paso a baterías de grafeno que se cargan con el aire que respiramos. No se agotaran nunca y no deberemos tirarlas, tampoco contaminarán el medio ambiente.
El grafeno es un material que se viene estudiando desde la década del 80, pero con el avance de la nanotecnología sus recursos se han potenciado. Se trata de un cristal de carbono y nitrito de boro que tiene la facultad de ser muy adaptable y flexible. La pila de grafeno que creó el equipo de Geim es una minúscula película de tan sólo un átomo de espesor.
Esta membrana de grafeno capta los protones, átomos de hidrógeno que están en el aire sin sus electrones y los convierte en energía. De esta manera si a una pila se le adhiere una membrana de grafeno la capacidad de generar energía es inagotable, pues el recurso usado es el aire que respiramos.
«Considerando que hoy en día el grafeno se puede producir en láminas de decenas de metros cuadrados, las pilas de combustible comerciales podrían llegar más pronto que tarde», aseguraba Sheng Hu, coautor del trabajo.
Las pilas son uno de los elementos más contaminantes que existen. Su uso masivo las convierte en un residuo altamente tóxico. Casi toda su composición contamina al medio ambiente.