Un encuentro que enfrentaba a dos conjuntos con la mente más puesta en la Copa del Rey que en la competición doméstica, nos aguardaba alineaciones muy distintas.
Y así fue, Eusebio Sacristán apostó por Sergio Canales para completar una medular sin su capitán (Xabi Prieto), además de incluir a Esteban Granero en su once para llevar a cabo la tarea de Asier Illarramendi, que causaba baja por sanción. Un centro del campo casi desconocido, que solo mantenía al incansable, David Zurutuza. Otras líneas también se vieron modificadas; en ataque el técnico vallisoletano optó por guardarse a Mikel Oyarzabal y poner a Juanmi en banda izquierda.
Con todas estas novedades en el once inicial, saltaron los donostiarras al campo, con los tres puntos en mente, y sobre todo, con la ambición de resalcirse y de abrir brecha ante un rival directo por los puestos europeos.
A priori, el enfrentamiento se prevenía vistoso y muy disputado, por lo que vascos y gallegos se jugaban; y por el juego dominador que están acostumbrados a mostrar ambos conjuntos.
El balón rodaba sobre Anoeta, y los locales ya comenzaban a dejar claro que que iban a por el partido, y que sobre todo, querían elaborar su fútbol. De la mano del cántabro Sergio Canales, los realistas practicaban un fútbol vistoso, pero sin peligro, por lo que las ocasiones claras se hicieron de rogar. En defensa no había problema, un sensacional Raúl Navas en el eje central de la zaga, mantuvo el peligro, lejos del área txuri-urdin. El hispalense jugó con la cabeza y sobre todo, con cabeza y eso impidió generar ocasiones al cuadro celeste.
El paso de los minutos generaba cierta impaciencia en la hinchada blanquiazul, y en varias fases del duelo se vio la falta de ideas en ataque. Los jugadores que debían crear el juego ofensivo, estaban o bien escorados en banda o muy atrasados, por lo que a partir de los últimos metros, no había peligro.
Llegados al segundo tiempo, los de Eusebio estuvieron algo más frescos, gracias a la participación de Canales, que abría el esférico a las bandas y hacía jugar al equipo por el centro, conectando con los jugadores de la línea atacante. Las opciones de perforar la meta del contrincante, pasaban en gran parte por las botas del cántabro, y así es como llegó el único tanto del duelo. En el minuto 72, el ex del Valencia -entre otros clubes- recibió el cuero en banda derecha, y se sacó un magnífico centro al segundo palo, para que Juanmi Jiménez con un testarazo marcara el gol del triunfo, dejando así los tres puntos en el feudo donostiarra.