La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Antonio Ángel Ortiz, conocido con el pederasta de Ciudad Lineal, a setenta años y seis meses de cárcel por cuatro agresiones sexuales cometidos contra niñas menores de edad entre septiembre de 2013 y agosto de 2014 en el barrio madrileño de Ciudad Lineal.
Se considera a Ortiz, autor de dos delitos de agresión sexual en concurso medial con dos delitos de detención ilegal, dos delitos de agresión sexual, dos delitos de detención ilegal y un delito de lesiones. Se le absuelve del delito de homicidio en grado de tentativa, cometido presumiblemente sobre una de las menores, y de otras dos faltas de lesiones.
El límite máximo de cumplimiento de pena a la que ha sido condenado, es de veinte años, pero la sentencia señala que para la obtención de los beneficios penitenciarios, Ortiz, Martínez queda sujeto a lo dispuesto en el artículo 78.1 y 3 del Código Penal, por lo que tanto para la obtención de permisos de salida, clasificación en tercer grado y libertad condicional deberá computarse la totalidad de las penas impuestas en la sentencia, sobre la que cabe recurso de casación ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.
En el juicio, que se desarrolló desde el 18 de octubre y hasta el 15 de diciembre, se escuchó el testimonio de las pequeñas, la declaración de los policías que intervinieron en el caso, peritos y psicólogos. También a la exmujer de Antonio Ortiz, quien aseguró que «no le sorprendía que fuera responsable de las agresiones.»
A Ortiz se le atribuye una agresión perpetrada el 24 de septiembre de 2013, cuando abordó a una niña de cinco años en un parque infantil y con engaños la introdujo en su coche, abusó de ella y la abandonó después en un cobertizo.
La siguiente agresión ocurrió el 10 de abril de 2014, cuando una niña de nueve años salía con dos amigas de una tienda de chucherías del barrio de Ciudad Lineal y el procesado la engañó prometiéndole que le regalaría ropa. También en el interior del vehículo la drogó y la condujo hasta un inmueble donde la agredió sexualmente. Después, y para eliminar pruebas, duchó a la pequeña para abandonarla posteriormente en una parada de Metro.
El 17 de junio de ese mismo año, volvió a persuadir a una niña de seis años para llevarla hasta un lugar apartado, donde consumó la agresión sexual. También en este caso obligó a la menor a lavarse todo el cuerpo en la ducha antes de abandonarla en plena calle.
Dos meses después, el 22 de agosto, abordó a otra niña de 7 años en un momento en el que se separó de su hermano y de su tío con quienes jugaba en las inmediaciones de un parque. La introdujo en su coche y la condujo a un descampado para agredirla sexualmente antes de abandonarla.
Todas las menores víctimas presentan un cuadro de secuelas físicas y psíquicas de diversa consideración.