Se sabe que el ejercicio moderado puede resultar positivo tanto en la fase de prevención como durante el tratamiento de varios tipos de cáncer.
El ejercicio regular, además de reducir el dolor y la fatiga puede también mejorar el sueño y el apetito y reducir el estrés y la ansiedad.
Recientemente se ha descubierto que además de los beneficios citados, el ejercicio puede resultar eficaz para reducir el riesgo de contraer un cáncer. Las personas que realizan ejercicio están más habituadas y toleran mejor el lactato, un subproducto que se produce en el organismo al practicar ejercicio y del que se alimentan las células cancerosas.
Estos nuevos datos abren un nuevo camino en la adopción de nuevos tratamientos.