Esta afirmación, aunque parezca que puedan venir de un grupo de adolescentes algo perezosos, las ha hecho un grupo de investigación de la Universidad de Nevada.
Estos doctores consideran que antes de las 11, los alumnos aún no se encuentran en el momento óptimo para rendir lo suficiente. Esa franja se corresponde al tiempo comprendido entre las 11 y las 9 de la noche por lo que el hecho de que se ven obligado a levantarse temprano podría estar estar relacionado con el aumento de los problemas de salud mental de los estudiantes.
Según concluyen, los colegios y las universidades deberían aplazar la hora de comienzo de las clases cambiando la hora de inicio de la actividad, de las 9 de la mañana hasta las 11.
«Los estudiantes obtienen mejores resultados si su tiempo de estudio se alinea con su ritmo personal y coincide con el momento del día en el que son más eficaces», asegura Paul Kelley de la Open University. «La perdida de sueño perjudica el rendimiento escolar y aumenta el riesgo de padecer obesidad, depresión o abuso de drogas».
No es la primera vez que un grupo de estudio asegura que la salud de los jóvenes estudiantes se ve perjudicada por el hecho de madrugar para asisitir a clase. También un estudio elaborado por Harvard y Oxford en 2015, llegaba a esta conclusión y los investigadores que lo llevaron a cabo, aconsejaron entonces que las clases en secundaria y en la universidad no comiencen hasta las 10 o las 11.