Federica Bertocchini, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), junto a científicos de la Universidad de Cambridge, han hecho un esperanzador descubrimiento que podría aplicarse a la ardua tarea de destrucción de las toneladas de residuos plásticos que cada día se depositan en el planeta.
Un descubrimiento del todo casual que podría emplearse para biodegradar los millones de toneladas de plástico y evitar que se acumulen en el medio ambiente.
Bertocchini mientras trabajaba en unas colmenas, retiró gusanos de cera que destruyen los panales y se comen la miel. Los metió en una bolsa de plástico mientras realizaba las tareas que tenía organizadas y cuando fue a recogerla después, comprobó que el envoltorio de plástico había sido mordido y engullido por los gusanos.
«Yo soy apicultora aficionada y un día, limpiando las colmenas, descubrí los gusanos. Los puse en una bolsa de plástico y veinte minutos después estaba llena de agujeros. En ese mismo instante supe que esos insectos eran algo muy especial», asegura.
Con ayuda de Paolo Bombelli y Chris Howe, la investigadora hizo gran cantidad de comprobaciones porque «era esencial comprobar que los gusanos no se habían limitado a comerse la bolsa sino que la habían degradado con un proceso químico y a gran velocidad. Era algo realmente impresionante».
En experimentos posteriores, comprobaron que 100 gusanos de la cera son capaces de biodegradar 92 miligramos de polietileno en 12 horas. El hallazgo, que ya ha sido patentado por los investigadores, es importante porque permitirá estudiar el mecanismo molecular que usa el gusano de cera (Galleria mellonella) para destruir el plástico.
Los investigadores aún no saben cómo se produce la biodegradación que podría deberse a una bacteria que vive en simbiosis en el intestino del gusano o una enzima, una molécula generada por el insecto. De ser así, el objetivo sería aislar la molécula e intentar reproducirla en el laboratorio para fabricarla a escala industrial», apunta la investigadora.
«El plástico es un problema mundial. Algunos, como el de las botellas de plástico se recicla en parte pero la mayoría acaban en vertederos y en los océanos formando inmensas islas como la del Pacífico que no se destruyen», ha explicado Bertocchini. Si se consigue reproducir el proceso que lleva a cabo el metabolismo de estas orugas, la naturaleza se vería libre de uno de los problemas medioambientales más acuciantes.
Si fuesen capaces de aislar y producir esta molécula, podría emplearse para biodegradar en los vertederos millones de toneladas de plástico y evitar que se acumulen en el medio ambiente. «Podríamos empezar a eliminar de forma eficaz este material tan resistente», subraya Bertocchini.