Este jueves, 8 de junio, coincide la celebración del l Día Internacional de los Océanos, con el décimo cumpleaños de la boya “Donostia”, ubicada a 16 millas frente a la costa de Donostia para captar e informar del estado de la mar, datos de vital importancia para los sectores que viven del litoral vasco.
La boya Donostia, que forma parte de la Red Océano-Meteorológica del País Vasco, lleva ya diez años informando de los parámetros meteorológicos, las corrientes, el oleaje, la temperatura y salinidad del agua para que sectores como el pesquero, el transporte marítimo, el ocio marino y el turismo, puedan estar informados del estado de la mar.
Los datos que ofrece la boya “Donostia”, propiedad del Gobierno vasco, pasan a integrarse a un mismo sistema que proporciona información de la acción de los procesos meteorológicos sobre el mar, pero también de los cambios habidos en el medio marino.
Gran parte de esta información se envía prácticamente en tiempo real por satélite hasta las instalaciones de la Agencia Vasca de Meteorología, Euskalmet, donde se hace un exhaustivo seguimiento, ajustando los modelos meteorológicos y oceanográficos con los que se elaboran los pronósticos, permitiendo así conocer la evolución de los temporales, galernas, etc.
Pero más importancia tiene, aún si cabe, la determinación de los riesgos costeros así como el aviso a la población y a las instituciones acerca de los mismos, ya que debido a las actividades que desarrollamos en el mar o cerca de él, se consigue minimizar el impacto que provocan los temporales y galernas.
Mantener un adecuado sistema de avisos, alertas y alarmas es un factor que mejora ostensiblemente la seguridad de las personas y de las infraestructuras públicas y privadas.
Entre las medidas que se recaban en la boya “Donostia” hay que citar las medidas con propósitos científicos, dirigidas a entender procesos concretos; medidas dirigidas a dar una respuesta ante un evento catastrófico, como posibles derrames de hidrocarburos, por ejemplo; y medidas tomadas de forma consistente durante periodos prolongados de tiempo, que facilita a los técnicos y científicos el análisis de las tendencias temporales con el fin de mejorar la modelización y, así, poder llegar a predecir futuros eventos y escenarios futuros.
La información oceanográfica viene dada por un correntímetro de fondo, que mide simultáneamente la velocidad y la dirección de las corrientes. Además, un sensor de presión registra las características de las olas. Finalmente, una cadena de sensores a varias profundidades mide el perfil de temperaturas y salinidades.
Los datos recogidos no sólo sirven para mejorar los procesos meteorológicos predictivos sino también para estudiar las particulares condiciones de nuestras costas, como la formación de galernas, la variabilidad de las mareas y la energía del oleaje, entre otras. Esta información es imprescindible para conocer la peligrosidad del mar respecto a los usuarios marítimo-costeros.
El análisis a largo plazo de estos datos físicos tiene multitud de utilidades a la hora de elaborar estudios sobre el clima, planificar el dimensionamiento de puertos u otras construcciones costeras, identificar fuentes de energía marina futuras o establecer rutas de navegación seguras, entre otros.