La primera hipótesis que se manejó nada más encontrar a Miguel Blesa, muerto de un disparo de escopeta en el pecho en una finca de caza en Códoba, fue el suicidio. Se está practicando este jueves la autopsia a su cadáver y se espera que a lo largo del día, lo resultados de la misma confirmen esta sospecha.
Su entorno, en un principio, mostraba su sorpresa por la posibilidad de que el expresidente de Caja Madrid, hubiera decidido quitarse la vida, argumentando que no había mostrado en ningún momento sentirse deprimido o pesimista sobre el horizonte judicial que tenía en un futuro próximo.
También se especulaba con la dificultad de manejar un arma de caza para dispararse a uno mismo sobre el pecho. No se ha informado aún de las dimensiones ni del arma utilizada, que podrían arrojar datos contrarios a esta teoría.
Por otra parte, las informaciones que hoy recogen los medios sobre declaraciones de personas más allegadas a Blesa, apuntan a que su situación emocional era inestable por la presión social que vivía y por la posibilidad de una orden de ingreso en prisión que pesaría sobre él antes de finales de año.
Después del escándalo de las preferentes o la polémica por los sobresueldos de Caja Madrid, la condena de las ‘black’ había sido un gran revés judicial, según aseguran las personas relacionadas de forma más íntima con Miguel Blesa.
En su momento comentó que el fallo lo afrontó «sereno» y con plena confianza en que el Tribunal Supremo revocaría su condena. Ahora se esperaba la decisión del alto tribunal para antes de que finalice este año. Y según publica El Confidencial Digital, citando fuentes cercanas al exdirectivo, Blesa tenía en estos momentos conciencia de la posibilidad de su inminente ingreso en prisión.
El Confidencial recoge estas declaraciones que aseguran que Miguel Blesa había consultado recientemente a varios juristas que le habrían confirmado que su vuelta a prisión por la sentencia de las black iba a resultar inevitable. Esta perspectiva, publica el medio, tenía inquieto a Miguel Blesa que no soportaba la idea de volver a entrar en prisión. Recordaba como “terribles” sus dos anteriores estancias en Soto del Real.
Blesa vivía aislado desde hacía meses, apenas salía de casa para evitar la presión social y las cámaras y los periodistas; y se negaba a leer las noticias en busca de una tranquilidad que no ha conseguido encontrar.