En la madrugada de este domingo 29, el último de octubre, a las 3 serán las 2 en la península y a las 2 de la madrugada será la 1 en las Islas Canarias.
Esta medida que tiene como finalidad el ahorro energético comenzó a generalizarse en la década de los 70, con la primera crisis del petróleo cuando algunos países decidieron adelantar y atrasar sus relojes, con el fin de aprovechar mejor la luz natural del sol y disminuir el consumo de electricidad.
Hoy en día, este cambio que en sus inicios fue voluntario, tiene carácter obligatorio para los países de la Unión Europea. Se realizan dos al año, en marzo y octubre, dando paso a los horarios diferenciados de verano e invierno.
Según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, la existencia de un horario de verano y otro de invierno puede suponer un ahorro energético de hasta el 5%. La razón no es otra que entre marzo y octubre hay mayor número de horas de luz y adelantar el reloj facilita su aprovechamiento. En concreto, siempre según datos de IDAE, este cambio horario puede suponer 300 millones de euros menos de gasto, 90 millones desde los hogares y el resto de los sectores productivos.