«¡Eusebio vete ya!» o «Hay que cambiar de estilo» son las frases más escuchadas en el entorno txuri-urdin, y más después de la contundente derrota ante el Villarreal (4-2). Ni una ni otra. No hace falta despedir a Eusebio y por consecuencia, cambiar de estilo. Con Eusebio a la cabeza y el fútbol ofensivo por bandera, se puede sacar la situación adelante y con creces. El aspecto que está condenando a la Real es la falta de contundencia.
Fragilidad defensiva
La zaga flojea y los resultados lo avalan. El partido disputado en el Estadio de la Cerámica corrobora la idea expuesta. Que a la Real le falta ser más contundente en labores defensivas, es una realidad como la copa de un pino.
Llegar y encajar
A la carga iba el submarino amarillo. La Real se preparaba para una nueva embestida. Más allá del primer gol, los demás se deben a una clara falta de resolución defensiva. 1-0 en el marcador, pase atrás (muy flojo) de Raúl Navas a Toño y éste la pierde, dejando el cuero a Bacca que deriva en asistencia a Fornals. Gol y 2-0 en el luminoso. Un despiste que acabarían pagando caro. Pero esto no es todo. Hubo más, mucho más.
Ya con dos dianas en contra, Bacca mató el choque con una carrera a la espalda de Diego Llorente, uno de los señalados de anoche. El madrileño no estuvo del todo acertado dejando recibir al nueve colombiano, y éste no perdonó. Es cierto que, Toño pudo hacer mucho más en dicha acción.
El ya mencionado defensor, anotó el primer tanto donostiarra, maquillando un poco el luminoso (3-1). Sería efímero el subidón blanquiazul.
Samu se lo guisó, Samu se lo comió. El ex del Málaga armó la contra por el costado derecho, arrinconó a Iñigo e Illarra, y logró el cuarto tanto amarillo (4-1). Ahí se vio la falta de contundencia defensiva. El de Ondarrua y Muriku fueron demasiado permisivos con el adversario y ahí está el resultado.
A pesar de todo y de todos, Eusebio debería continuar al frente de este barco sin rumbo, precisamente para enderezar el mismo y recuperar la balanza entre el juego y los resultados.