Sara Majarenas, la presa de ETA nacida en Donostia, quedó ayer en libertad tras cumplir toda su condena.
Majarenas fue víctima de la violencia machista el 15 de enero de 2017, cuando su expareja trató de asesinar a su hija Izar, de tan solo dos años y medio. La menor fue herida de gravedad tras haber sido apuñalada por su padre en el domicilio de éste en la localidad valenciana de Benifaió. Izar vivía con su madre en la prisión de Picassent, pero ese fin de semana tenía visita con su padre. El hombre confesó haber intentado matar a la pequeña.
La pequeña Izar logró sobrevivir a la agresión machista, pero al cumplir los tres años no pudo seguir viviendo con su madre el prisión. Por este motivo, el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, decidió otorgar el segundo grado penitenciario a Majarenas y su traslado al centro de acogida de Madrid.
El juez tuvo en cuenta las circunstancias excepcionales de este caso y un informe del equipo técnico del juzgado que defendía la necesidad de que madre e hija estuvieran juntas.
En este tiempo, familiares y amigos de la presa, así como diversas personalidades, partidos e instituciones —el Parlamento Vasco, entre otras— han reclamado su excarcelación.
Majarenas ha cumplido el último año de su condena en el centro de acogida Padre Garralda Horizontes Abiertos, en Madrid. En un primer momento lo hizo acompañada de su hija, pero desde septiembre la menor está siendo escolarizada en una ikastola de San Sebastián.
La presa donostiarra ha cumplido íntegra su condena de 13 años y dos meses de prisión por pertenencia a ETA.