Hace una década, apenas existían unas quince marcas de ginebra en el mercado español. Hoy, la oferta se extiende a más de doscientas etiquetas. Aunque relativamente reciente, el ‘boom’ por este destilado ha convertido a nuestro país en su primer consumidor per cápita europeo y tercero a nivel mundial, sólo superado por Estados Unidos y Filipinas. Con estos datos, no es de extrañar que las ‘premium’ más exclusivas hayan puesto sus ojos en España. Cada año, ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia acogen un exclusivo ‘Gin Show’ para dar a conocer todos los matices de este sofisticado trago. Y lo hacen de la mano de los mejores ‘bartenders’, que exponen su ‘perfect serve’ para disfrutar de la copa sorbo a sorbo.
En esta ocasión, la elegante terraza Fuse del Hotel Puerta de América ha sido el escenario elegido para celebrar un evento que atrae tanto a profesionales del sector como al público en general. Una noche de ‘glamour’ en la que no ha faltado la música, las luces de colores, ni las caras conocidas. Y una oportunidad para descubrir las curiosidades que envuelven al trago de moda.
Los mitos sobre el origen del ‘gin’
La ginebra es un destilado de cereales aromatizado con bayas de enebro, su botánico estrella. De hecho, su nombre proviene de la palabra ‘genever’ -enebro en holandés-. Tradicionalmente, esta bebida se ha asociado a Londres, quizá porque los ingleses han sido sus mejores embajadores (y exportadores). Sin embargo, su origen es desconocido por gran parte de los consumidores habituales. Se remonta nada menos que al siglo XII: “Unos monjes italianos crearon la ginebra como medicamento para combatir la peste bubónica”, explica Jesús Bernad, periodista especializado en vinos y director de Planeta Hedonista.com.
Los holandeses fueron los primeros en embotellarla, allá por 1575. Bols, la primera marca, todavía se mantiene a la venta. Los ingleses tomaron contacto con el trago durante la Guerra de los Treinta Años. “La ginebra se conocía como el elixir del coraje holandés, por el ánimo que infundía en la batalla”, añade Bernad.
Durante la expansión del Imperio británico, los soldados la mezclaban con tónica, para combatir la malaria a través de la quinina. La popularidad del combinado dio paso a borracheras y revueltas continuadas. “La subida de impuestos impulsó el estilo más seco, la London Dry Gin, que culminó en una fórmula magistral en 1895, Beefeater, inspirada en los famosos guardianes de la Torre de Londres”.
Una copa creativa
A pesar de la variedad de oferta, todas las ginebras tienen la misma base de botánicos (entre cinco y siete). Entre ellos, no pueden faltar las bayas de enebro, las frutas cítricas y las especias exóticas.
A la hora de consumirla, los españoles nos caracterizamos por no beberla sola. “Tenéis una cultura fantástica, a la que le encanta salir en grupo a tomar combinados, al contrario que otros mercados que prefieren saborear bebidas nítidas”, afirma Robert McArdle, Director Comercial de Brockmans, una de las ginebras más jóvenes. Para este experto, es difícil atribuir la moda del gin-tonic a una sola causa: “Un factor que influye mucho es la gastronomía, aquí es una parte fundamental en las relaciones entre familia y amigos. Sabéis apreciar muy bien los sabores desde pequeños, distinguís perfectamente un amargo de un dulce”.
En cuanto a su éxito, los asistentes a la ‘máster class’ lo tienen claro. “Es una de las mejores bebidas que hay: refrescante, con cítricos y notas especiadas. Una mezcla compleja de amargor y dulzor, sequedad… Además, es una copa divertida y sofisticada a la vez”.
Pero, ¿cómo tomar el gin-tonic perfecto? “El secreto es elegir una copa donde quepa todo el combinado, utilizar hielos consistentes, que no se diluyan enseguida y estropeen la bebida, echar la proporción adecuada del combinado -una quinta parte de ginebra y cuatro quintas partes de tónica- y acompañar el trago de una tónica fina y delicada, para que la ginebra no pierda su dimensión gustativa y aromática”, aconseja Bernad. Si, además, queremos un punto más sibarita, McArdle recomienda añadir una tira de piel de pomelo o limón y frutos negros, como la mora o el arándano.