El consumo de leche en España ha experimentado un retroceso en los últimos años. Así, los españoles hemos pasado de ingerir 100 litros anuales en el año 2000 a rebajar la cifra hasta los 73 litros actuales. Es decir, un 30% menos. Estos datos los ha recabado la farmacéutica Bayer, muy implicada con el sector ganadero.
Las bebidas vegetales no son leche
Esta vecindad en los supermercados entre ambas leches ha suscitado el enfado de los propios ganaderos y expertos en la materia pues consideran que se “confunde” a la gente, dado que les crea la percepción de que ambos productos comparten cualidades. De hecho, el año pasado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) dictó una sentencia en virtud de la cual se prohibía a la industria a utilizar la expresión de ”leche” para referirse a las bebidas vegetales.
En concreto, la sentencia determina que la denominación ‘leche’ únicamente puede emplearse con productos de origen animal pues confunde al consumidor. Evidentemente el argumento es extensivo a expresiones como ‘nata’, ‘chantilly’, ‘mantequilla’, ‘queso’ y ‘yogur’, tal y como recalca el contenido de la sentencia.
Lo cierto es que la OCU examinó en abril estas bebidas y llegó a la conclusión de que “en ningún caso pueden sustituir a la leche”, pues aportan mucho menos calcio. Además, la cantidad de materia prima (almendra, soja, arroz…) oscila entre el 2% y el 16% y el resto es agua y aditivos (con más o menos presencia dependiendo de la marca). Asimismo, se prestó atención a la cantidad de azúcares aportados, que es muy similar al de la leche, pero con la importante diferencia de que en muchas de las bebidas vegetales estamos ante un azúcar añadido.
El desprestigio a la leche animal
El auge de las leches vegetales también se ha construido a base de desprestigiar a la de origen animal pues el debate en torno a si es saludable o no sigue sin amainar. Para tratar de echar una mano en la labor de devolver a la leche su prestigio perdido se ha elaborado el informe “La leche como vehículo de salud para la población”, cuyos autores son el catedrático de la Universidad de Granada, el Dr. Ángel Gil Hernández, y del CEU de Madrid, el Dr. Gregorio Varela Moreiras, representando como Presidentes a la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y la Fundación Española de Nutrición (FEN).
Lo cierto es que el acoso y derribo a la industria ha sido constante en los últimos años en los “corrillos pseudocientíficos y en ciertos medios de comunicación”, donde lleva años escuchándose que el consumo de leche animal perjudica la salud humana. Para sustentar su tesis, estas fuentes afirman que “ningún mamífero adulto la consume en el mundo natural (salvaje) y, por tanto, la especie humana tampoco la debería consumir”. A tal argumento, los responsables del informe responden de manera clara en su prólogo: “Es cierto y evidente que, a excepción del hombre, ninguna especie adulta la puede consumir, a no ser que se dedique a ordeñar a otra”.
Las propiedades nutricionales de la leche
Según detallan en este documento, el consumo habitual de leche ha contribuido a mejorar la nutrición de la población, sobre todo “partir del año 1958, cuando se establece la obligatoriedad de la producción y comercialización de leche higienizada, y se aprecia una menor incidencia de enfermedades infecciosas”.
En este estudio, que supone toda una oda al consumo de leche, subrayan que “por su composición, la leche y los productos lácteos son alimentos básicos, muy difíciles de sustituir, en el marco de una dieta equilibrada, ya que son ricos en nutrientes, suministrando especialmente energía y cantidades significativas de proteínas y micronutrientes, además de agua en proporciones importantes”.
A sus cualidades nutritivas se suman otras de índole médica, pues numerosos estudios han confirmado una menor incidencia de diabetes de tipo 2 entre aquellas personas que consumen de manera habitual productos lácteos. Otras investigaciones han hallado evidencias de un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.
No obstante, a pesar de sus beneficios en la salud, su consumo ha descendido, sobre todo en la infancia. A pesar de que, recientemente, un estudio realizado en EE.UU., en niños de 4 años, demostró que un mayor volumen de leche consumida se ha asociado a una mejora tanto del peso como de la altura de los pequeños de 5 años. Incluso después de esta edad, se ha apreciado que continúa la tendencia de una mayor altura.
En definitiva, parece que sobran razones para volver a abrazar el consumo de leche animal. Pero ¿cuál es la cantidad adecuada? Los expertos recomiendan, siempre en el contexto de una dieta variada y equilibrada, consumir entre 2 y 3 raciones de leche o derivados lácteos diarios.