Es muy habitual comer más de la cuenta. Ya sea cuando compartimos mesa con amigos o con la familia, en celebraciones especiales o cuando tenemos delante uno de nuestros platos predilectos, solemos sobrepasarnos en nuestras necesidades alimenticias. Así que, en el momento en que nos excedemos, el primero que lo nota es el sistema digestivo, que, como no está habituado, tiene que hacer un sobresfuerzo para digerir y metabolizar los alimentos extra que recibe. En ese momento la digestión se torna más pesada, porque el estómago se ve obligado a segregar mayor cantidad de ácidos, y más lenta, sobre todo si se ha comido deprisa, dado que tiene que terminar de triturar los alimentos que no se han masticado correctamente.
Infusiones de jengibre, menta poleo o manzanilla
El jengibre no solo es un condimento muy apreciado en la cocina oriental, sino que se aplica desde hace miles de años en tratamientos medicinales. En China, por ejemplo, lo usan para subir la temperatura corporal y hacer sudar al que lo ingiere, con el objetivo de estimular el flujo y los fluidos corporales.
Al margen de estas curiosidades, la especia es un excelente digestivo, ya que estimula las secreciones, ayuda a la absorción de los nutrientes y, por tanto, a mejorar las malas digestiones y sus problemas derivados, como flatulencias, vómitos, náuseas, pesadez o reflujo. Una infusión de este rizoma es la preparación ideal para ayudar al organismo en su tarea de digerir una comilona.
Igualmente, las tisanas de manzanilla o de menta poleo son las más socorridas porque, además de ser agradables al paladar y entonar el organismo, alivian la pesadez de estómago tras un homenaje gastronómico. En el caso de la manzanilla, evita la generación de gases en el estómago y relaja la pesadez abdominal. Por su parte, la menta poleo reduce los retortijones, la hinchazón y, por tanto, el malestar estomacal.
Licores digestivos
De hierbas, de limón, de café, pacharán, orujo… Son los clásicos a los que se recurre tras una comida abundante. Es cierto que el alcohol que contienen estos destilados favorece la secreción de algunas enzimas digestivas y jugos, lo que aligera y acelera la digestión. Sin embargo, para que estos licores cumplan su misión, deben tener una graduación alcohólica intermedia o baja. Tampoco surtirá el efecto deseado si durante la comida se ha abusado de otras bebidas alcohólicas. De hecho, dicho exceso provoca el efecto contrario: irritación de la mucosa gástrica, trastornos sobre el tubo digestivo, reflujo, gastritis y una mayor dificultad al hacer la digestión.
Yogur con agua carbonatada
Este lácteo, además de ser una buena de fuente de calcio y de proteínas de alto valor biológico, contiene microorganismos vivos. Estas bacterias son importantes porque no solo ayudan a mantener la salud de la flora intestinal, sino que, además, resultan ser excelentes coadyuvantes de los procesos digestivos. Por tanto, tomar uno de estos probióticos después de una comida generosa será beneficioso para el organismo de cara a hacer más llevadera la asimilación de alimentos.
Por otro lado, en los últimos años, la impopularidad de los refrescos carbonatados ha aumentado sobremanera. Sin embargo, en el caso de este tipo de aguas gasificadas sucede lo contrario. Constituyen una alternativa más saludable, carecen de calorías y aportan cantidades interesantes de sodio, potasio, calcio y magnesio. Contienen ácido carbónico, que, además de ser el causante de sus características burbujas, estimula la secreción de jugos gástricos y, por tanto, alivia las digestiones pesadas. Sus bondades nutricionales también tienen efecto sobre el sistema cardiovascular. Un estudio, realizado conjuntamente por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición y el CSIC, concluye que beber medio litro de agua con gas en las comidas reduce la circulación de grasas en sangre durante el proceso digestivo, lo que a su vez minimiza el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares.
Helados y cítricos
Aunque hay diversas variedades de las ricas y refrescantes cremas heladas, solo las de base acuosa comportan beneficios digestivos. Para ser exactos, hay que decir que estas versiones no son digestivas, sino que, al estar exentas de calcio o grasas y contener entre un 85% y 90% de agua, son más ligeras, estimulan las funciones de algunos órganos partícipes en el proceso digestivo, como la vesícula, y por tanto aligeran la digestión.
Finalmente, limones, mandarinas, naranjas o pomelos son grandes aliados de los procesos digestivos. Estos tipos de frutas son ricas en ácidos cítricos, los cuales contribuyen a la disolución de los alimentos, a la mejora de la absorción de los nutrientes, a la desinfección de las vías digestivas y al alivio de la acidez estomacal tan común tras una abundante ingesta de alimentos.