Sonia Figueroa, responsable del Área de Psicología Clínica del Centro Médico Sendagrup, nos proporciona esta información.
La idea de interrelación entre lo mental y lo corporal, ha estado siempre presente a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, hasta el siglo XIX no se comienza a realizar una investigación continuada. El denominador común es pensar que las emociones y la personalidad pueden influir sobre las funciones fisiológicas contribuyendo a la aparición o exacerbación de numerosos trastornos.
Las emociones, tanto aquellas denominadas emociones positivas como las llamadas emociones negativas, son reacciones naturales y adaptativas necesarias para la supervivencia y experimentadas por todos los seres humanos en múltiples situaciones, y se considera que preparan a la persona para dar una respuesta adecuada a las demandas del medio.
Las emociones negativas, se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable con alta activación fisiológica, siendo la ansiedad, la tristeza o la depresión, y la ira, las emociones negativas más habituales e importantes. Al contrario, las emociones positivas son aquéllas que generan una experiencia agradable, como la alegría, la felicidad o el amor.
Se puede afirmar que las emociones positivas potencian la salud, mientras que las emociones negativas tienden a disminuirla, y cuando se cronifican, pueden deteriorar la salud y reducir la fortaleza, o incrementar la vulnerabilidad a padecer distintos trastornos, y al mismo tiempo, pueden aparecer como consecuencia de la enfermedad, de tal manera, que existe una relación bidireccional entre emocionalidad negativa y salud. Son cada vez más los estudios que muestran la relación entre factores emocionales y trastornos como los cardiovasculares, digestivos, dermatológicos, endocrinos, etc…, e incluso los derivados de un mal funcionamiento del sistema inmunológico.
En el desarrollo de trastornos psicofisiológicos interaccionan factores fisiológicos, genéticos, características de personalidad, factores cognitivos, estilos de afrontamiento de problemas, estilo de vida, etc… El que se desarrolle un determinado trastorno dependerá en gran medida del modo en que la persona perciba, procese e interprete determinados hechos o situaciones y de su habilidad para encontrar soluciones adaptativas para afrontarlos.
En definitiva, las emociones juegan un papel importante en el bienestar de las personas y en su estado de salud general, tanto salud psíquica, física y social (definición de salud de la OMS), de manera que lo que pensamos y sentimos, puede producir reacciones patológicas sobreviniendo un trastorno en la salud mental o física, con cambios en la conducta (por ejemplo; falta de ejercicio físico, una dieta rápida, poco variada y con exceso de grasas, ingesta de alcohol, consumo de tabaco, adicciones, etc…).