Pertenecemos a una sociedad en la que la exigencia mental cada vez es mayor: altos niveles de estrés en el ámbito laboral, niveles de formación y conocimiento que cada vez abarcan mayor amplitud, estado de confort cada vez más difícil de mantener (organizaciones más dinámicas, formaciones continuas, ciclos económicos a los que hay que adaptarse).
Por tanto, así como nos entrenamos y nos preparamos para afrontar una prueba física (una maratón, la ascensión a un monte, un combate de boxeo,…), también deberíamos hacerlo a nivel mental. Al fin y al cabo, el cerebro es un órgano más que forma parte de nuestro cuerpo.Para una prueba deportiva, utilizamos material deportivo específico (calzado, ropa,..), entrenamos simulando situaciones de competición, cuidamos la alimentación,… La dinámica con la mente debería ser la misma, de hecho, para las diferentes pruebas deportivas se trabaja cada vez más este aspecto.
Por tanto, para afrontar nuestro día a día deberíamos hacer lo mismo. En cierta forma lo hacemos: cuando estamos en el colegio, estudiamos; en el trabajo, nos vamos actualizando; en el tiempo de ocio hacemos crucigramas,… Sin embargo, la alimentación sigue siendo una asignatura pendiente.
Nuestro cerebro también necesita una serie de nutrientes para su correcto funcionamiento, es decir, para alcanzar ciertos niveles de concentración, para mantener un buen estado de ánimo, para asimilar la información recibida,…
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