Hasta el momento, el gabinete de Sánchez no ha sido capaz de cumplir con los traspasos de las cuatro competencias acordadas entre Gobierno vasco y central.
Lo que a principios de semana parecía una negociación sencilla se ha enquistado. El objetivo, cerrar el acuerdo antes de este viernes para que no salpicara la carrera a La Moncloa ni tampoco estuviera sujeto a la coyuntura electoral, no se ha cumplido y ahora el compromiso entre gabinetes se adentra en las arenas movedizas del camino hasta el 28-A.
Después de tres días de intensas negociaciones, incluida toda la jornada de ayer, el Gobierno vasco anunció por la noche que la transferencia de los 77,5 kilómetros de la autopista AP-68 en Euskadi, la única de titularidad estatal en el territorio, las ayudas previas a la jubilación a trabajadores afectados por EREs, la legislación sobre productos farmacéuticos y el seguro escolar no serían traspasadas de momento al País Vasco. El desencuentro fue de fondo ya que, según se indica desde el Gobierno vasco, el gabinete de Sánchez introdujo un sistema para calcular la valoración económica de las materias que altera el modelo histórico. “Es una quiebra de éste, que se había aplicado con éxito en todos los procesos y que es eficaz y justo para ambas partes”, critica el Ejecutivo de Urkullu.
El choque complica sobremanera unas transferencias que se daban por hechas. El trabajo a contrarreloj buscaba sellar el acuerdo antes del comienzo de la campaña electoral para evitar que PP, C’s y Vox lo utilizaran como arma arrojadiza contra Sánchez, consciente de que las derechas podrían usarlo como una “muestra” de las cesiones a los nacionalistas. Sin pacto, el PSOE puede estar tentado ahora a no realizar movimientos y no dar así munición a sus rivales. El Gobierno vasco, sin embargo, insistirá en unos traspasos que, si no se producen antes del 28-A, a pesar del compromiso público de Madrid, pueden quedar en el limbo. A partir de ese día, el Ejecutivo de Sánchez entra en funciones y su capacidad operativa es mínima.
El fracaso de la negociación es asimismo un jarro de agua fría para el PNV, que esperaba un gran arranque de campaña con las cuatro nuevas competencias bajo el brazo, un acuerdo que hubiese servido para enfatizar su perfil negociador y de peso en la Cámara baja que tiene contraprestaciones en Euskadi. Una influencia que la última legislatura ha permitido al partido vasco sacar adelante los presupuestos de Mariano Rajoy y apoyar la moción de Pedro Sánchez. También actualizar las leyes del Concierto económico y el Cupo. Es la idea central de los discursos jeltzales para las dos próximas semanas.
A pesar del fragor electoral, desde el Gobierno vasco se insiste en que seguirán trabajando los próximos días para llegar a un acuerdo que materialice de una vez las transferencias. El ruido en torno a las urnas y la cercanía de la fecha límite, el 28-A, añaden incertidumbre a la negociación.