Sendagrup, el centro médico de Donostia, especialista en traumatología, nos indica los aspectos negativos de dejar de hacer ejercicio.
Por un viaje, por una enfermedad, por una lesión, por un cambio de vida o simplemente por pereza puede llegar un día en que dejas de salir a correr. De acudir a las sesiones de spining en el gimnasio, a las partidas semanales de pádel o de subir montañas durante el fin de semana.
Se acabó el ejercicio físico. Y, aunque el cuerpo proteste, decides dedicar tu tiempo a otras cosas sin tener en cuenta cómo esta falta de movimiento pasará factura a nuestra salud: pérdida de masa muscular y pérdida de fuerza, a la vez que la capacidad para almacenar grasa aumenta. Y todo esto sin tener en cuenta distinciones por edad ni género.
Abandonar la práctica periódica de ejercicio físico no solo significa remar a favor del riesgo de enfermedades cardiovasculares, patologías crónicas y los trastornos metabólicos, entre otros perjuicios derivados de la falta de movimiento, sino que conlleva cambios corporales muy bien estudiados. “A partir de la octava semana de abandono del entrenamiento la pérdida de la fuerza muscular se sitúa entre el 7-12%”, indican desde Sendagrup
Cabe destacar, además, que el glucógeno muscular (el combustible para el correcto funcionamiento del organismo) se reduce en un 40%. Todo ello seguirá disminuyendo mientras la inactividad física se prolongue
El cuerpo se vuelve más fofo y, si se continúa comiendo igual, el incremento del porcentaje graso va al alza indefectiblemente, y esto podría empezar a comportar cambios en el metabolismo del colesterol, en la morfología arterial, en el incremento de peso, etc. No olvidemos que, actualmente, la inactividad física conlleva la muerte de más de cinco millones de personas en el mundo
Para más información, visita www.sendagrup.com