Confundir la fecha de caducidad y la de consumo preferente es algo muy habitual, pero hay una gran diferencia entre ambas. ¿Sabes cuál es? La clave está en cómo puede afectar su consumo a la salud.
Confundir la fecha de caducidad y la de consumo preferente es algo muy habitual, pero hay una gran diferencia entre ambas. ¿Sabes cuál es? La clave está en cómo puede afectar su consumo a la salud. En general, cuando vemos una fecha pasada en el envase de un alimento, mucha gente piensa: “Vaya, está caducado… Ya no lo puedo comer”. Pero es importante saber si esa fecha se refiere a la caducidad del alimento o a su consumo preferente.
- Fecha de caducidad: Una vez pasada la fecha de caducidad, no se debe comer el alimento, ya que puede suponer un riesgo para la salud. En general, los productos frescos, más perecederos (por ejemplo, la carne, el pescado…) caducan y no es seguro consumirlos más allá de la fecha indicada.
- Fecha de consumo preferente: Esta fecha hace referencia al tiempo en el cual el producto mantiene sus propiedades (sin abrir y en condiciones adecuadas de conservación). Pasada esta fecha, puede disminuir la calidad del alimento, pero no supone un riesgo para la salud. Se utiliza para alimentos con poca agua (aceite, legumbres, pasta seca…) deshidratados, esterilizados, huevos…
Eso sí, ambas fechas hacen referencia al alimento sin abrir y correctamente conservado. Una vez abierto, las condiciones pueden cambiar (en muchos envases se indica cómo conservar los alimentos una vez abiertos).
¿Caducan las conservas?
Las conservas tienen fecha de consumo preferente, no de caducidad. Por ejemplo, en nuestras conservas de pescado, veras la leyenda “Consumir preferentemente antes del”. El tratamiento térmico de esterilización, característico de las conservas, permite fabricar productos con total seguridad higiénica, que además mantienen un elevado valor nutritivo. Gracias a ellas podemos consumir durante todo el año y en cualquier localización geográfica, alimentos altamente perecederos en origen, como el pescado.
Por ejemplo, la fecha de consumo preferente de nuestras conservas de bonito del norte suele ser de unos 5 años tras su fabricación. Recomendamos consumirlas en este periodo para disfrutar de toda su calidad y propiedades nutritivas, pero si se pasa esta fecha indicada en el envase no supondría un problema para la salud (siempre que no lleguemos a extremos, claro).
Conservas vs Semiconservas
Como sabéis, nuestras anchoas del Cantábrico son una semiconserva que debe guardarse en frío. ¿Cuál es la diferencia en cuanto a conservación?
Para que una conserva sea conserva, tiene que tener un cierre hermético y pasar por el proceso de esterilización, donde se pone el producto a una temperatura alta durante un tiempo establecido. Pero la anchoa, nuestra querida “engraulis encrasicolus”, no puede soportar esa temperatura, se destruiría, por lo que no pasa por el proceso de esterilización. Esta es la razón por la que no es una conserva, sino una semiconserva. Y su periodo de consumo preferente es mucho más corto (unos 8 meses, siempre que se guarden en frío).
La anchoa en semiconserva madura dentro de la lata y esta maduración se ralentiza cuando se guarda en frío (entre 4-8º). Recién elaborados, los filetes de anchoa presentan un aspecto de carne muy tersa y sabor más suave. Por el contrario, a medida que pasan los meses, la anchoa va madurando y los filetes se vuelven más blandos y su sabor más intenso y salado. Ya lo sabéis, en función de lo que prefiráis, elegid anchoas con una fecha más o menos lejana.
En el caso del boquerón, es el mismo pez, pero no ha pasado por el proceso de salazón y eso hace que el proceso de maduración sea más rápido. Mientras la anchoa en salazón tiene un consumo preferente de unos 8 meses, el boquerón dura unos 3. Recordad, ambos guardados en frío.