El Banco de España ha revisado a la baja las previsiones de crecimiento para 2021 y 2022 que estimó el pasado mes de septiembre y de paso ha propinado un severo recorte a las proyecciones oficiales de evolución del PIB que a estas alturas aún sostiene el Gobierno, en contra de la opinión del grueso de los institutos de análisis y organismos internacionales, y que sostienen que la economía crecerá un 6,5% este año y un 7% en 2022. Para la institución dirigida por Pablo Hernández de Cos el crecimiento español se quedará en el 4,5% este año, casi dos puntos menos de lo que previó en septiembre, y no pasará del 5,4% en el año 2022, un 23% por debajo de la proyección gubernamental.
Los analistas de la institución atribuyen este recorte a varios factores, entre los que uno de los más relevantes es un significativo enfriamiento de la actividad económica en la recta final del año lastrada por la inflación y también por los cuellos de botella en las cadenas de suministro, que ya han comenzado a erosionar la actividad. Pero también a que no se han cumplido alguno de los supuestos que se habían descontado en sus previsiones iniciales en relación a asuntos como la ejecución de los fondos europeos. El Banco de España había estimado en principio que el Gobierno lograría ejecutar alrededor de la mitad de los fondos ‘pintados’ en los Presupuestos y ahora ya sólo confía en que se apliquen de manera efectiva una tercera parte de los mismos.