IPF, una ingeniería ubicada en Zamudio, es una pyme de 25 trabajadores que es líder mundial en la manipulación de la espuma de poliuretano flexible. La empresa vende su producto en los cinco continentes y ha recibido una ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI, que desde hace tres años cuenta con Basque Cybersecurity Centre (BCSC) como impulsor del ecosistema vasco de ciberseguridad y por tanto también de este programa de apoyo económico.
Nace en 1994 para ofrecer instalaciones para empresas que fabrican espuma de poliuretano flexible, una materia prima que se utiliza para el sector del confort, automoción, calzado y aplicaciones técnicas. “Se usa para casi todo lo que está en contacto con el cuerpo humano”, explica su gerente, Ángel Viñas.
La compañía se centra en instalaciones para la manipulación de la espuma de poliuretano flexible. “Es un producto especifico, llave en mano. Hacemos instalaciones para fabricar la espuma. La espuma, es un producto que no se fabrica en países como China porque no compensa por el transporte, ya que tiene que estar cercano al consumo y por tanto nuestros clientes están por todo el mundo”.
La empresa fue adquirida inicialmente por la multinacional Recticel pero en 2013 se quedó como compañía autónoma, en manos de tres socios.
Su producto central son los sistemas de manipulación de espuma. “Somos el número uno en el mundo, los únicos especialistas. Tenemos participación en el diseño de la mayoría de las fábricas de espuma flexible que se montan en el mundo”. Este negocio ha dado pie a extenderlo al diseño de las fábricas y su conectividad. Actualmente, realizan entre cuatro y diez instalaciones anuales de fábricas.
El éxito empresarial radica en que, de unas ventas inferiores al millón de euros en 2007, se ha pasado a 9 millones en 2021 y 15 millones para 2022. La plantilla se ha duplicado, de las 12 personas de 2007 hasta las 25 hoy día.
Sus clientes son los fabricantes de espuma de poliuretano y los fabricantes de colchones. Venden en los cinco clientes y el principal mercado actualmente es el estadounidense. A IPF, la pandemia le supuso un “gran crecimiento”, ya que fue un momento en que los ciudadanos se afanaron en buscar más comodidad en sus hogares, a lo que se unió la ley antidumping de Estados Unidos, que vetó la importación en el país norteamericano de colchones de países asiáticos.
El I+D es clave para la empresa y supone el 5% de sus ventas. “Nuestro crecimiento se ha basado en el desarrollo de productos innovadores, en ser diferentes y en crear nuevas categorías de productos. Nuestro objetivo es gestionar todos los datos críticos de la producción de la fábrica”.
En los próximos meses van a sacar al mercado una gama de nuevos productos, que van desde simuladores del proceso, gestores de los datos la calidad y una gama de sensórica que cubre las necesidades de sus clientes en las áreas de control dimensional, temperatura, peso, trazabilidad de producto y control de la seguridad del proceso. “En las fábricas de espuma existe el riesgo de incendio. Y hemos desarrollado unos sensores que detectan los cambios de temperatura dentro del bloque con tecnología específica que mide datos de humos y temperatura para que los clientes los puedan incorporar a su proceso para optimizarlo. Asimismo, hemos definido un código especial para la espuma para gestionar la trazabilidad de los productos dentro y fuera de la fábrica”.
Otro producto novedoso es un sistema escaneado de bloques y de pesaje dinámico de los bloques continuos de espuma.
La ayuda del programa de ciberseguridad industrial del Grupo SPRI se ha dirigido a reformar toda la arquitectura interna y las políticas de seguridad y usuarios.
Los retos futuros pasan por ofrecer un producto standard sin competencia en el mercado y compatibilizarlo con las instalaciones a medida. “El crecimiento es una consecuencia de lo que hacemos, no un objetivo en sí. Nuestro propósito es ser los mejores en lo que hacemos”.