Donostia ha vuelto a ser testigo de un nuevo ataque a la escultura de mármol de las bailarinas que se ubica en la Plaza de Euskadi, al inicio del Paseo de Francia, a la que esta vez han sustraído el brazo de la figura central.
La teniente de alcalde socialista, Marisol Garmendia, ha condenado el “lamentable acto de unos bárbaros e incívicos que no respetan nada, que siguen destruyendo obras de arte que son patrimonio público, patrimonio de la ciudadanía donostiarra.”
La escultura es obra de Antonio Frilli, de Florencia, y representa a tres jóvenes sonrientes que bailan y portan instrumentos musicales. En 1911, el Ayuntamiento de San Sebastián encargó esta escultura para colocarla en Alderdi Eder, en un lugar hasta entonces ocupado por una fuente luminosa. Dos años más tarde, la escultura pasó al Boulevard y en 1955 se trasladó a la Plaza de Euskadi y más tarde a su actual emplazamiento. La escultura, está incluida en el PEPPUC.