En algunos hogares ya son las protagonistas de los desayunos. En otros se van colando poco a poco. Mientras, la oferta no para de crecer: soja, avena, espelta, coco, almendra… hay cada vez más tipos de bebidas vegetales, un alimento que hasta hace poco se denominaba leche y que se ha hecho un hueco en la dieta de los españoles. “Están de moda”, resume Daniel de Luis, catedrático de Endocrinología y Nutrición en la Universidad de Valladolid. Y los números lo confirman: su consumo crece, sobre todo las variedades distintas a la soja, que durante décadas fue el principal motor de este mercado. La consultora de mercado Nielsen ofrece estos datos: entre julio 2017 y julio de 2018 se consumieron 164.331 litros. El Gobierno calcula un consumo por cabeza de casi cinco litros el año pasado.
María Torrent, de la consultora IRI Worldwide, matiza sin embargo que el segmento de las bebidas vegetales todavía representa un nicho, ya que el 93% de las ventas en litros sigue siendo de leches de origen animal. Pero admite que en los últimos años el crecimiento de las primeras ha sido sostenido, de un 19% en 2015 y de un 11% en 2016. “Pese a que tengan un precio medio por litro de 1,29 euros [frente a los 0,75 de la leche animal], en los últimos años se ha producido un trasvase de consumo de leche de vaca a bebidas vegetales”, confirma.
La pregunta surge espontánea: ¿se pueden considerar sustitutos de la leche de toda la vida? El endocrinólogo De Luis es categórico. Explica que las proteínas de las bebidas vegetales son de bajo valor biológico y que el calcio que contienen es más difícil de absorber, por mucho que estén enriquecidas: “Son válidas para aportar fibra o, por ejemplo, para las personas que son intolerantes a las proteínas de la leche de vaca, pero no pueden sustituirla”.
“El concepto de digerir mejor o peor desde un punto de vista estrictamente científico no tiene mucho sentido”, puntualiza el endocrinólogo Francisco Botella. Como tampoco lo tiene el término “saludable”. Explica que los diferentes tipos de bebidas vegetales, sean a base de cereales, frutos secos o legumbres, flaquean en un punto: el porcentaje de su ingrediente principal. “En la de almendra es de un 4% o un 5% […]; en las de soja de entre un 8% y un 10%, es una bebida rica en proteínas pero lleva calcio y azúcar añadido”, comenta. “Se venden como algo natural pero la gente no se lee los ingredientes”. Lo importante, añade, es saber qué se toma.
Desde un punto legal no se pueden denominar leches, por lo menos en Europa. El Tribunal de Justicia de la UE dictaminó en junio del año pasado que solo la de procedencia animal se puede denominar de esta forma. Asimismo, solo son nata, chantilly, mantequilla, queso y yogur los productos derivados de la leche, entendida siempre «como la que se obtiene de determinados mamíferos”, explica José María Ferrer, responsable Derecho Alimentario del centro tecnológico Ainia. Pero existe otra razón de fondo: “No inducir a error al consumidor”. Un aspecto que también está teniendo en cuenta la FDA, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, frente a un crecimiento de un 61% de estos productos ente 2012 y 2017.
La agencia estadounidense está revisando la manera en la que cataloga los alimentos, y los productos vegetales que se presentan como sustitutos de los lácteos están en su punto de mira. Ya han anunciado que preguntarán al público si conoce la diferencia que existe entre ellos, con el objetivo de asegurarse que su etiquetado “no engañe a los consumidores, especialmente si esto puede comprometer su salud y bienestar”. También alertan de que los niños corren un mayor riesgo, ya que su dieta es menos variada y tienen menos oportunidades de hacerse con nutrientes clave respecto a los adultos.
“Un niño necesita proteínas de buena calidad, y si su alimentación es vegetariana tiene un riesgo más elevado de entrar en un déficit; hay que combinar y complementar”, alerta el endocrinólogo Francisco Botella. A finales del año pasado, después de que un niño falleciera, las asociaciones de dietistas y pediatras canadienses publicaron un comunicado conjunto en el cual alertaban de que las bebidas vegetales pueden frenar el desarrollo potencial de los más pequeños si se convierten en uno de los ejes fundamentales de su dieta. Añadían que, aunque algunos de estos alimentos puedan enriquecerse con calcio y vitamina D u otras vitaminas, son bajos en proteínas, con excepción de las versiones enriquecidas a base de soja.
Estas bebidas han sido consideradas como las más equilibradas en términos de aporte nutricional entre distintas variantes (soja, arroz, coco, almendra), según un estudio publicado el pasado enero en el Journal of Food Science and Technology. Pese a ello, su consumo va a la baja, tanto en España como en otros mercados europeos, según los datos de IRI.
También en la tienda que la cadena valenciana Herbolario Navarro ha abierto hace cinco años en el centro de Madrid las bebidas de soja ya no son la estrella. El gran protagonista son los productos a base de avena, que llenan una repisa entera justo a la altura de los ojos en el pasillo central del establecimiento. “La más solicitada es la de avena, es muy digestiva, tiene un aporte calórico bastante alto y combina bien con el café. Los comentarios negativos le han pasado factura a la soja”, explica el encargado del local, el farmacéutico Miguel García. Asegura que su clientela es muy variada, pero que cada vez más hay más personas intolerantes y con problemas digestivos que se pasan a este producto.