No existe ninguna otra actividad que realicemos con más frecuencia que la ingesta de alimentos. De hecho, como declaró Gregorio Varela, “a lo largo de nuestra vida realizamos más de 90.000 comidas (haciendo sólo tres comidas al día). Si bien pueden parecer muchas, se prevé que en un futuro esta cantidad se incremente notoriamente, alcanzando las 110.000 – 120.000 comidas. Por esta razón es importante saber lo que comemos. Es cierto que conocemos los componentes nutricionales de nuestra alimentación, pero no cómo estos actúan en nuestro cuerpo pues dependen de variables como la forma de cocinarlos. Es un campo aún por descubrir”. Cómo será nuestra alimentación en 2043 Es difícil predecir cómo y qué comeremos dentro de un cuarto de siglo. Si echamos la vista atrás hay muchas predicciones que han sido erróneas. Recordemos cuando se creía que en el futuro nos alimentaremos a base de pastillas nutricionales, que íbamos a dejar de hacer la compra, de cocinar grandes platos… y hoy es todo lo contrario. Sin embargo, el experto en nutrición ha querido destacar estas tendencias, que están más cerca de lo que creemos:
Cambio cualitativo en nuestra nutrición: Pasaremos de recomendaciones genéricas a recomendaciones personalizadas; una suerte de nutrición de predicción en la que se adaptará la alimentación en función de nuestro perfil genético, como si se tratase de tallas de ropa.
Transparencia en qué comemos: Será fundamental para el consumidor conocer la trazabilidad de los productos y alimentos que ingerimos. Si se ha producido de manera sostenible, el buen trato a los trabajadores, si ha existido maltrato animal durante el proceso de producción… y por supuesto un etiquetado transparente. Habrá una etiqueta trasera con toda la información y otra etiqueta delantera más sencilla de entender. De forma similar, el concepto de seguridad en los alimentos se orientará a una alimentación sin aditivos y a una producción de cercanía.
Defender lo local: Mantener nuestra cultura alimenticia porque a día de hoy estamos perdiendo nuestra biodiversidad.
Otras claves que podemos añadir a la lista son: la aplicación de la tecnología en nuestra rutina alimentaria diaria y una alimentación equilibrada, variada y moderada. En un cuarto de siglo, a estos objetivos se le sumarán la alimentación social, compartida y sostenible.