El exalcalde de Getaria, Mariano Camio, acusado de haber inflado el gasto del museo Balenciaga defendió ayer su inocencia y derivó responsabilidades al Patronato de la Fundación Balenciaga por su supuesta falta de control.
Con el juicio a punto de comenzar, la defensa de Camio, pidió sin éxito la suspensión de la vista por la incomparecencia del otro principal acusado, Julián Argilagos, en situación de búsqueda y captura desde hace meses.
Este arquitecto cubano, encargado del diseño del Museo Balenciaga y para el que se piden cuatro años de reclusión, constituye una pieza clave en el caso, ya que la Fiscalía sitúa el origen de este presunto fraude en un intento de Camio por favorecerle debido a la «intensa relación sentimental» que ambos mantenían.
Durante el minucioso interrogatorio al que le sometió el fiscal a lo largo de más de cuatro horas, Camio, quien reunió en su persona las «más amplias facultades de gestión» en el proyecto del museo (en su condición de vicepresidente de la Fundación Balenciaga y gerente de la Sociedad Berroeta Aldamar) aseguró que «jamás» pretendió ninguno de estos cargos y ha negado haber favorecido a Argilagos «en ningún momento».
El testigo mantuvo que el arquitecto cubano «cobró por la realidad del trabajo que iba a desarrollar», sin que se produjeran «ninguna duplicidad» de contratos «en ningún momento», y explicó que no sacó a concurso el museo porque Argilagos era la persona que más exposiciones de Balenciaga había hecho «en el mundo» y ya estaba trabajando en el proyecto en 1995 «cuando nadie daba un duro» por él.
Respecto al contrato suscrito con el arquitecto para el diseño de museo, que incluía una cláusula que preveía un aumento progresivo de sus emolumentos en función de los incrementos que experimentara el presupuesto, eludió responsabilidad alguna en este documento porque, aunque el lo firmó, había sido confeccionado por el tesorero de la Fundación.
Camio precisó además que no ocultó esta documentación a los órganos rectores del proyecto, al tiempo que se ha preguntado «dónde estaba el patronato» de la Fundación que no dijo «nada» cuando se anunció que del coste de 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros) previsto inicialmente se iba a pasar a quince (el montó total ascendió finalmente a 30).
El exalcalde negó también que Argilagos incurriera en un posible delito de intrusismo profesional al no tener su título convalidado en España, dado que, según ha comentado, fue contratado en calidad de «diseñador», lo que motivó después la contratación de una «ingeniería» para encargarse de la fase constructiva.
Asimismo rehusó que le permitiera dirigir las obras del museo mientras residía en Miami (EEUU) dado que, para ese momento, «ya había presentado todo su trabajo» y «sólo le quedaba asesorar a la dirección de obra», algo que, como ha comentado, «se puede hacer desde cualquier lugar del mundo».
Rechazó asimismo que el tercer acusado en este caso, el también arquitecto cubano Rolando Paciel, fuera contratado para ser «los ojos y las manos de Argilagos» en el proyecto mientras él estaba en Miami.