Debido al efecto de la inflación en el IRPF, el importe total que van a pagar todos los españoles en su declaración de la Renta es de 4.110 millones de euros más. De hecho, la subida del IRPF será más del doble que el incremento récord de 2012.
Se trata de la progresividad en frío o rémora fiscal, que tiene la peculiaridad de pasar relativamente desapercibida ya que supone una subida impositiva encubierta que no necesita de acciones discrecionales por parte del Gobierno y que no tiene coste político. Es decir, la inflación incrementa la factura fiscal de los contribuyentes sin que explícitamente se tengan que subir los tipos impositivos u otros elementos estructurales del impuesto.