Según el propio esposo, Aaron Chervenak, se trataba de cumplir el sueño de su vida, casarse con quien ha sido su pareja durante muchos años. Claro que este caso no se trataba de un ser humano, sino de su smartphone. Un matrimonio que se ha celebrado pero que obviamente no es legal.
“Si vamos a ser honestos, nos conectamos con nuestros teléfonos celulares en tantos niveles emocionales, lo miramos para calmarnos, para dormirnos”, ha explicado Chervenak. “Para mí de eso se trata una relación. De alguna manera, con mi smartphone tuve mi relación más larga”.
“Lo que espero lograr con mi boda es que funcione como un gesto simbólico para mostrar lo preciado que se han vuelto nuestros teléfonos”, ha concluido Chevernak.