El Parque Tecnológico de Álava acoge en estos momentos la sede de una compañía llamada a marcar el paso en los próximos años en el ámbito de las baterías. Baterías en estado sólido desarrolladas a partir de tecnología propia que presumiblemente se fabricarán en esta planta de Miñano, una de las 40 gigafactorías que Europa prevé tener en funcionamiento para 2030. Basquevolt nace de la asociación entre compañías como Iberdrola, CIE Automotive, Enagás, EIT y el CIC energiGUNE, apoyados por el Gobierno Vasco. Si todo transcurre según lo previsto, estará operativa en 2027, y en el camino se habrán invertido más de 700 millones de euros que se espera generen más de 800 empleos directos, sostiene Francisco Carranza, Consejero Delegado de la empresa.
Se cumplen ahora tres meses de su nombramiento como máximo responsable de Basquevolt. ¿Qué balance hace de este tiempo?
Muy satisfechos. Estamos frente a un reto tecnológico e industrial con un impacto enorme en la sociedad y eso es algo que nos motiva mucho a todo el equipo. Nuestro objetivo fundamental durante el siguiente año y medio es finalizar el desarrollo de la nueva generación de baterías basándonos en los conocimientos en materiales y electroquímica del CIC energiGUNE.
¿Por qué es éste un proyecto estratégico?
En la carrera global en la que nos encontramos, las baterías de litio son una tecnología fundamental a la hora de aumentar la independencia energética y reducir el uso de los carburantes fósiles en la movilidad y la generación de electricidad. El desarrollo de baterías de litio seguras, con la adecuada densidad energética y a un coste compatible con las necesidades del mercado, va a desbloquear el proceso de electrificación al 100% en sectores como el de la generación de energía renovable, automoción, aeronáutica o el transporte ferroviario y naval. Son un producto crítico para que Europa alcance los objetivos de reducción de CO2 en la movilidad y una mayor independencia energética.
¿Cómo se puede explicar qué es una batería en estado sólido?
La tecnología actual de baterías de litio ya ha llegado a su estado de madurez y aun así no se ha conseguido llegar ni a los costes ni a las capacidades de almacenamiento necesarias para asegurar la adopción de aplicaciones 100% eléctricas en muchos sectores. En este sentido, las baterías de estado sólido y semisólido que desarrolla Basquevolt se han posicionado como una de las soluciones para llegar a un coche eléctrico más económico, seguro y con más autonomía. En esta carrera mundial, por tanto, el objetivo es lograr esa celda lo más barata posible, donde se almacene la mayor energía posible y de la manera más segura posible.
En el caso de su empresa, ¿qué destinos tendrán preferentemente esta nueva generación de baterías?
Nuestro objetivo es desarrollar una tecnología que aporte valor a la industria del almacenamiento estacionario y a sectores de movilidad como pueden ser el transporte terrestre, marítimo o aéreo.
¿El ecosistema industrial vasco rema a favor de causa?
En Euskadi, el transporte tiene un papel estratégico y transversal en la economía. Se trata de un sector industrial local importante, con un consumo de energía final muy elevado y muy dependiente de los derivados del petróleo. La movilidad eléctrica representa la punta de lanza de la adaptación de un sector clave para la descarbonización de la economía vasca. Su desarrollo ofrece, en el medio y largo plazo, beneficios que permitirán impulsar la transición energética de la industria en Euskadi en general.
¿Qué tamaño tendría esa celda?
Bueno, algo más pequeña pero realmente dependerá de las necesidades de los diferentes clientes. Las celdas pueden ser en formato prismático o incluso cilíndrico.
¿Y cuándo comenzarán a fabricarse?
Nuestro objetivo es tener una primera línea de producción operativa en el año 2027.
¿Entre sus clientes, por cercanía, interés y dimensión, podrían encontrarse las furgonetas que Mercedes-Benz ensambla en su planta de Vitoria-Gasteiz?
Aún es demasiado pronto para empezar a trabajar con clientes. Necesitamos primero demostrar que tenemos una tecnología que responde a las necesidades del mercado. Empezaremos esa fase pre-comercial a partir de principios de 2024.
Aprovechando su dilatada experiencia profesional durante dos décadas en el sector de automoción, ¿cómo ve la situación en estos momentos?
Tenemos una industria de automoción que ha pasado por momentos difíciles estos últimos años, pasando de un volumen de ventas en Europa de 16 millones de vehículos en 2019 a una previsión actual de los 11 millones. Esta significativa reducción del tamaño de mercado se ha debido, entre otros, a causantes externos como el impacto del COVID, las restricciones en los microchips, el nivel de inflación en las materias primas o el precio de la energía, y ha obligado a todos los actores a adaptarse. Por tanto, y en este sentido, nuestro mayor reto en los próximos años será el de reducir los costes de producción de los vehículos eléctricos para poder así ofrecer una solución de movilidad lo más económica posible.